PRIMERA IDEA: Empezaré diciendo que tengo buena memoria. Cuando cursaba noveno leí en un magazín dominical de El Colombiano un artículo que empezaba así: “me gusta vivir en París, tengo ganas de quedarme… me gustan sus calles, su gente, sus cafés” Leí ese artículo muchísimas veces a tal punto que lo aprendí de memoria. En esos tiempos en el Colegio El Rosario enseñaban taquigrafía y la seño Marleny Tascón nos pidió escribir cualquier artículo en taquigrafía y yo ni corta ni perezosa agarré el periódico amado y empecé a garabatear: “me gusta vivir en París…”
SEGUNDA IDEA: Para nadie es un secreto que aquí en Montelíbano no hay oportunidades. Exceptuando los que trabajan en CMSA y sus fundaciones, los demás tenemos que darle duro al mundo para poder obtener ingresos. Muchas personas me animan a irme, dicen (y yo lo sé) que aquí no hay futuro y al paso que vamos las cosas se dificultarán más en los próximos años.
TERCERA IDEA: Cuando decidí estudiar Trabajo Social lo hice con conocimiento de causa. Quería con mi talento transformar el mundo, cambiar a las personas, lograr progreso para mi tierra. Era más ingenua en esa época (sigo siendo ingenua) y desconocía tantas cosas que ahora a veces me hacen creer que no tenemos solución. Pero como soy una soñadora empedernida sigo luchando así todo apueste en mi contra.
CUARTA IDEA: Hasta mi adolescencia fui adicta a la televisión. Teníamos un aparato de última tecnología en esa época: un cajón de madera a blanco y negro de cuatro patas que mi mamá sacudía todos los días y que para ella era su mayor posesión. Veía programas como La niña de las flores, José Miel, La abeja Maya. Me encantaba La Mujer Maravilla y cuando creía que nadie me veía me daba la vueltecita a ver si me volvía súper héroe, pero que va, el milagro nunca se dio. Por eso creo que la televisión SI atrofia la mente de nuestros niños, porque yo fui altamente influenciable. Me divorcié de la televisión cuando me di cuenta que era un medio masificador que nos obligaba a pensar lo que le convenía a los medios de producción. Hasta allí llegamos y hoy día todavía seguimos divorciados.
IDEA UNIFICADORA: Así como al protagonista del artículo que le gustaba vivir en París, yo diré que “me gusta vivir en Montelíbano”. No hay otro sitio en el mundo en el que me gustaría vivir, aunque no descarto radicarme en otro sitio en un futuro intermedio. Esta tierra ejerce sobre mí un poder incomparable. Es como un gran imán que me jala cuando me alejo. Por eso cuando voy a Medellín por tan solo unos días ya me van dando unas ganas inmensas de regresarme porque sólo aquí en esta tierra me siento a gusto. No se puede hacer nada al respecto: soy una mujer de provincia, está escrito en mi código genético. Y mi provincia es esta. Por eso es que quiero que las cosas cambien, que haya oportunidades para todos, para que nuestra gente no tenga que irse a aportar su talento en otras tierras, sólo porque aquí unos pocos se han apoderado de todo.