Para la Séptima Edición de RVF me permití escribir un artículo contándoles a los lectores un sueño que había tenido donde yo era la alcaldesa de este pueblo. Fue tan solo un sueño y se los narré de manera jocosa, para burlarme un poco de toda esta mugre que rodea lo público; pero, también quería que reflexionáramos sobre el acontecer político en nuestra amada capital niquelera, porque no podemos seguir cometiendo los mismos errores a través de nuestra historia.
Muchos se sintieron identificados con mi sueño, lo cual me llenó de una gran satisfacción porque me doy cuenta que no todo está perdido. Todavía hay gente que tiene la esperanza de que podemos corregir el rumbo y al igual que Usted y yo se atreven a imaginar un Montelíbano donde hay un sinfín de oportunidades para todos nosotros.
Otros lectores simplemente destrozaron mi sueño. Me tildaron de loca, porque ni siquiera en sueños se puede llegar a la Alcaldía de Montelíbano si no se tienen los apellidos adecuados. ¿Y la culpa es de quien? De nosotros los electores, porque con nuestro voto hemos enviado el mensaje de que aquí en Montelíbano sólo unos pocos son quienes nos pueden gobernar. Al ponerle precio a esa decisión tan importante vendemos nuestro futuro y toda posibilidad de algún cambio. Les damos a los de siempre el poder de administrar nuestros recursos y a cambio ellos se roban nuestros sueños e ilusiones.
A propósito de sueños, en el Encuentro de Mujeres organizado por esta revista en septiembre del año pasado dedicamos un espacio de esa jornada de trabajo para soñar con el Montelíbano ideal. Las asistentes se tomaron tiempo para soñar con una vivienda digna, empleo, educación y salud para todos los miembros de su familia. Así mismo soñaban con ver sus barrios mejorados contando con todos los servicios públicos de una manera óptima. Pero llamó particularmente mi atención que se hizo énfasis en que soñaban con mujeres libres para exponer todos estos sueños y tener el valor de convertirlos en realidad. En cierta medida me da algo de decepción que la mayoría de los sueños de nuestras mujeres no son más que la suma de sus necesidades básicas insatisfechas que hace tiempo han debido ser solucionadas por el gobierno municipal porque aquí hay dinero para eso y mucho más, mientras tanto me reconforta enormemente que estamos despertando y manifestamos tener el coraje para cristalizar todo eso que anhelamos.
En este punto es donde aparecen nuestros gobernantes y con sus acciones nos arrancan la ilusión y convierten nuestros sueños en vergüenza. Por eso les invito a que seamos capaces de soñar con un municipio donde haya calidad de vida para todos: para los que viven en el centro como los que viven en el sur. Un Montelíbano que sea capaz de ofrecer trabajo para todos, donde haya educación para quienes deseen superarse, donde la gente tenga acceso a salud, agua potable y alcantarillado. Donde nuestros campesinos no se sientan desprotegidos en nuestra compleja geografía. Cuando logremos eso, tendremos tiempo entonces para soñar con ir a París, Dubái y Marruecos. Porque nadie ha dicho todavía que aquí está prohibido soñar.