Hay que ver como pasa el tiempo. Dentro de poco le cantaremos el japyberdi a mi blog. A 10 meses de estar metida en esta tarea de opinar sobre lo que pasa en Montelíbano, he tenido grandes satisfacciones y una que otra frustración. Ahora me lee mucha gente y entre otros recibo correos de personas de Montelíbano que viven lejos y que en la distancia se preocupan por lo que sucede aquí.
Hay muchos temas que me gustaría tocar, pero por falta de tiempo y por intereses personales voy posponiendo algunos artículos. Pero algunos de mis seguidores me han instado a que me pronuncie sobre un fenómeno particular que se presenta en Montelíbano y que en lo personal también me afecta.
Los profesionales de Montelíbano tenemos una queja en común y es la falta de oportunidades que el mercado laboral ofrece para nosotros. Podría decirse que “ser de aquí” es el primer requisito para no ser tenido en cuenta. Muchos de mis amigos se hacen llamar “los exiliados” y sienten en el alma el dolor de tener que aportar sus conocimientos en tierras extrañas porque aquí ni siquiera se les tuvo en cuenta.
Hace 20 años cuando los hijos de Montelíbano no estábamos preparados era comprensible este manejo, pero ahora el mercado está lleno de profesionales de todo tipo: ingenieros, administradores, docentes, aquí hay de todo… hasta periodistas y trabajadores sociales… y sin embargo los que preferimos quedarnos, en nuestra gran mayoría podemos decir que hemos sido excluidos de las grandes oportunidades y no ha sido por falta de talento porque ese si que sobra. Pero es que en Montelíbano predomina la famosa “rosca” y entonces los mejores empleos se los llevan los foráneos, con todo lo que eso implica (fuga de capital para empezar y fuga de talentos para terminar).
Hay muchas cosas que decir, pero no quiero herir susceptibilidades, ni destilar todo este veneno. Pero que quede claro que la mayoría de las riquezas de nuestra tierra se la disfrutan otros que no le tienen afecto ni apego a este terruño y que ni siquiera votan aquí.
A ratos me dan ganas de unirme al grupo de “los exiliados”, pero que va, no soy capaz y no es por cobardía, es sólo que me gusta vivir aquí a pesar de todo. No me imagino en otro sitio. Ya he vivido por fuera y en ninguna parte me he sentido tan bien como aquí a pesar de que en Montelíbano hay gente brava con la lengua.