Durante los últimos días de diciembre y estos primeros días de enero, he recibido gran cantidad de correos que prometen dinero en abundancia con sólo reenviarlo a 3, 5, 10, 20 contactos. Según estas cadenas de la prosperidad la llegada del dinero es directamente proporcional a la cantidad de personas que Usted le reenvíe el correo milagroso.
El protagonista del correo varía: en unos es Jesucristo, en otro es un ángel del dinero y en otros simplemente es un billete de un dólar que amenaza con irse si no haces lo que te indica la cadena.
Casualmente recibí una cadena de esas en que te dicen que si lo envías a 20 personas la prosperidad te encontrará en tres días, por lo que tomé la sabia decisión de enviárselo a mis 1108 contactos con tal de que la plata llegara en cuestión de segundos, porque para variar ando escasa de efectivo.
Lo mejor de todo es que funcionó. He recibido un correo electrónico donde dice que soy la feliz ganadora de un premio maravilloso y palabras más, palabras menos en un español algo arcaico me piden que responda informando nombres completos, edad, dirección y otros datos personales. No lo podía creer. Seguí leyendo mientras agradecía tanta suerte a mi ángel (Aurelio) protector y por allá en letricas pequeñas decía que usted comprenderá que esto genera gastos y para darle el súper premio deberá consignarnos 1200 dólares. Y en ese momento se acabó la ilusión. Aunque francamente desde la primera línea sabía que era una estafa, pero no se los mencioné para agregarle “suspense” a esto.
Así es señores, el maíz se acaba pero los marranos quedan (o es al contrario?)y yo no caigo en estas trampas tan obvias. Entonces el mensaje es el siguiente: por favor atrévanse a romper las cadenas, la verdad es que no sirven para nada, excepto para saturar el ciberespacio con tanta amenaza virtual, porque yo reconozco que a veces me dejo impresionar y me pongo tan nerviosa que todos mis contactos pagan los platos rotos. Así que aprovecho la oportunidad para pedir disculpas. NO A LAS CADENAS.