En el día de ayer la Revista Semana trajo en su portada a Ingrid Betancourt quien ha entablado una demanda contra el Estado por perjuicios ocasionados con su secuestro. La ex candidata presidencial pide para ella 5.800 millones, mientras que sus hijos, mamá y hermana piden entre todos ellos 9.600 millones dizque por daños morales y perjuicios.
A manera personal, como colombiana común y corriente que vive en cualquier pueblo de Colombia me siento indignada de que esta señora -que por cierto se cree francesa- ahora pretenda que se le pague por ella haberse ido a meter a la boca del lobo. Es que a ella nadie la obligó a ir al Caguán, le advirtieron en varias ocasiones del error monumental que era embarcarse en esa aventura pero ella “la súper poderosa” doña Ingrid “la infalible” dijo: YO VOY y el resto de la historia todos la conocemos. Fueron seis años en la selva, algo que no se le desea a nadie, pero fue el Ejército Nacional quien la rescató sana y salva. Debería ser al contrario, el Gobierno debería cobrarle a Ingrid todos los costos en que incurrió para gestionar su libertad y luego su posterior rescate. Miren… este tipo de cosas solo se ve aquí en el país del Divino Niño.
Anoche la vi en una entrevista en horario triple A contestándole a Darío Arismendi el porque había entablado la tal demanda, que según ella no es demanda sino una conciliación y que lo hizo por solidaridad con sus amigos que también estuvieron secuestrados. Mejor dicho: está poniendo el ejemplo y abriéndole camino a toda una serie de demandas que se vienen encima.
Volviendo a la entrevista que le concedió a Darío Arizmendi -y que ni siquiera fue en Colombia, porque allí decía que estaba en Nueva York- dijo Ingrid que la tal conciliación fue también para que Colombia escuchara su versión. O sea que si ella no dice “Voy a demandar” nadie le presta atención y eso es totalmente falso. Ingrid no ha salido en la tele no porque no quiera, sino porque apenas la rescataron se fue pa Francia que es donde le gusta vivir, lo demás es puro cuento barato para justificar su hambre de plata.
Esa entrevista de anoche me pareció sosa, esas respuestas ambiguas y esa cancaniadera de Ingrid desdibujaron totalmente la imagen de súper mujer que yo tenía de ella y me hicieron ver a la bruja fría y calculadora que todas nosotras tenemos dentro. Yo me opongo totalmente a que con los poquitos impuestos que pago -y que Usted también paga- le den toda esa plata a Ingrid para que ella se vaya a tomar champan a las cosas francesas. Con 15.000 millones se pueden hacer escuelas, acueductos, alcantarillados, no faltaba más que la plata de la inversión vaya a parar a los bolsillos de estas arpías. Y que no venga con el cuento de que está arrepentida, arrepentida estoy yo de haber salido a caminar por su liberación y no una sino tres veces.