Resulta que ahora el Gobierno Nacional en cabeza del Presidente Uribe nos quieren hacer creer que unos funcionarios del DAS un día se levantaron aburridos porque no tenían nada que hacer y decidieron por su propia cuenta y riesgo chismosear lo que hablaban por teléfono los cocotudos de la Corte Suprema y todos aquellos que manejan alguito de poder en este país de locos y que en algún momento podían representar un problema inminente para la Seguridad Democrática.
Pretende entonces Álvaro Uribe vender la idea de que su gobierno es de una moral intachable y que sus funcionarios son gente que maneja un discurso ético estricto. Hasta risa me da escuchar eso. ¿Quién más si no el gobierno tenía motivos de escuchar a los altos magistrados de la Corte? ¿A los periodistas de la oposición? ¿a Petro? ¿Piedad Córdoba? Y todos los que en su momento resultaron chuzados. Lo peor es que cargarán con la culpa de todo los subordinados y los verdaderos responsables “juegan en un casino en Montecarlo y beben champan y aquí nadie va a juzgarlos”.
Por estos días otra vez es que se ha alborotado el avispero con eso de las chuzaDAS, pero los colombianos ya estamos acostumbrados a que los medios de comunicación armen un boom con X noticia y luego ya se olviden de informar como ha evolucionado la cosa. Como ejemplo pongo a DMG y el caído a menos David Murcia Guzmán. En un mes entero ese pobre loco mojó prensa toda la que quiera y ahora ya nadie se acuerda de él ni preguntan por el saldito pendiente por parte de la interventoría. Definitivamente es que somos un pueblo que no tiene memoria.
Siguiendo con las chuzaDAS, les cuento que he dado instrucciones precisas a mis amigas para que cuando me llamen por teléfono digan cosas puntuales que no se presten a malos entendidos, porque las mujeres somos muy dadas a hablar en clave sólo por vicio. Mira ¿hiciste la cosa aquella? ¿Qué razón me das del sujeto en cuestión? ¿Cómo te fue en el cruce aquel? Expresiones estas que pueden hacer pensar al que te “chuza” que tu eres un gran peligro para la seguridad democrática. De esos malos entendidos ¡Líbranos Señor!