La justicia siempre
ha sido representada por una mujer con los ojos vendados y una balanza en la mano para mostrar que es imparcial
con las personas que se juzgan. De ahí que se afirme coloquialmente que la
justicia es ciega y me temo que es cierto; pero, no son ciegos (ni un poquito)
los que en Colombia pretenden reformarla y de paso convertirla en una prenda
que le sirva a todo el mundo, bueno… no
a todo el mundo, tan solo a la élite
política que llega al Congreso con nuestros votos (comprados unos,
independientes otros) a legislar en beneficio propio, como en este caso que
dejaron colar cuatro micos que permitirían que todo lo avanzado en la
parapolítica y los procesos contra los ex funcionarios del anterior gobierno
pudieran irse para su casa como si aquí no hubiese pasado nada.
Lo peor de todo es
que esta reforma deformativa fue promovida por el gobierno de Juan Manuel
Santos y defendida a capa y espada por su ministro de Justicia de ese entonces
Germán Vargas Lleras, quien consideró que da mas votos el cemento de las casas
que lidiarle el genio a los congresistas. Esta reforma fue apoyada en pleno por toda la
Unidad Nacional demostrando que efectivamente es el presidente quien tiene la
batuta y por ende el poder. Quien firma
y ordena el gasto tiene la adhesión de toda la gleba (entiéndase congresistas)
y consecuente con eso lo que pida el amo y señor es cumplido a cabalidad. De ahí se sobrentiende aquello de que “sus
deseos son órdenes”.
Pero cumplir los deseos
del amo no es gratuito, alguna tajada
del presupuesto nacional y muchos favores, cuotas políticas, licitaciones,
contratos y gabelas han debido moverse por debajo de cuerda para comprar el
voto positivo de tantos congresistas arrodillados y lame suelas que tenemos en
este país. Y allí me permito incluir a
todos los senadores y representantes de nuestro departamento, quienes
interpretando el deseo del pueblo cordobés votaron positivamente semejante
esperpento de reforma a la justicia y de paso reforma constitucional. Estos cordobeses amigos de la justicia y por
los cuales seguramente muchos de nosotros hemos votado son: Bernardo Elías
Vidal a quien conocemos como Ñoñomanía,
Martín Morales Diz (Zulema Jattin en cuerpo ajeno), Nora García Burgos (mal por la tocaya), Musa Besaile Fayad, Arleth Casado, Fabio Amín, Rafael Antonio Madrid Hodeg, David
Barguil. Todos ellos
aprobaron esta reforma que hoy tiene a Colombia a las puertas de la impunidad y
sumida en un limbo jurídico de grandes proporciones.
Llama mi atención
que nadie de nuestra clase dirigente en la Capital Niquelera se haya
pronunciado con relación a la reforma a la justicia ni estén apoyando el
referendo. No quiero pensar que apoyan
semejante despropósito o que sienten temor de desairar las decisiones de sus
respectivos jefes políticos.
Yo por mi parte como
no le cargo agüita a nadie y al no pertenecer
a partido político alguno, me he dado a
la tarea de recoger firmas aquí en Montelíbano para apoyar el referendo
revocatorio que es a mi modo de ver (en mi ignorancia jurídica) la única salida
a este pandemónium que ha armado el Gobierno de la mano con su Unidad
Nacional, que dicho sea de paso merecen
que les sea revocado el mandato inmediatamente.
Pero como son tan
solo quimeras, me resigno y me preparo
porque el pueblo hoy está indignado, pero en las próximas elecciones la amnesia
nos habrá invadido y seguramente ese mismo Congreso repetirá en su gran
mayoría.
Quiero hacer un
reconocimiento público a todos los que tuvieron el valor moral y constitucional
de decir NO en las sesiones del Congreso,
si hubiera más políticos de ese talante Colombia estaría mejor.