Las dos lo aman. Lo
sé porque he seguido de cerca su historia.
Una tuvo la fortuna (o desgracia) de casarse con él. La otra se resignó a ser su novia
eterna. En un momento de su vida ambas
fueron sus mozas (palabra fea, pero se usa),
pero como la vida es un baile, una ascendió y la otra se negó a quedar
relegada en el cuarto oscuro.
He visto el
sufrimiento de ambas. La esposa se niega
a dar por terminado su fugaz matrimonio,
no en vano su mamá le aconsejó siempre que no se casara con semejante espécimen. Le da vergüenza reconocer que se equivocó, no
quiere dar su brazo a torcer, no quiere parecer ante los demás como la
insufrible, como la tipa mamona y celosa que saca de casillas a su marido, por eso hace de tripas corazón y se resigna a
su destino con un esposo adúltero que apenas le da la espalda se va con la
otra. Sacrifica su belleza y su juventud
a cambio de comodidades, de una vida de
lujos que no tendría por si sola y así poco a poco se ha ido marchitando
ensimismada en su mundo de mentiras.
Su nombre no importa, pero la
llamaré Fernanda del Carpio haciendo un homenaje a ese grandioso libro que es
Cien años de soledad.
Consecuente con eso,
la otra se llama Petra Cotes, quien en este caso sería la amante, querida,
novia. Es ella quien se conforma con las migajas, que
está oculta y que vive a la sombra de un hombre que no es el suyo, pero
con quien comparte gran parte de su tiempo. Ella vendría siendo la bruja del paseo, la
entrometida, la puta arribista que se aprovecha de la situación, la que se
lleva los mejores polvos y los peores insultos. Petra tampoco se resiste a abandonar el
barco. Está convencida que en una de las
tantas crisis por fin le llegará su momento glorioso y tantas malas horas tendrán recompensa.
¿Y Aureliano
Segundo? No sabría decirlo. Pasa de los brazos de la una a la otra. Pareciera que ya se acostumbraron a coexistir
de esa manera. Pero luego veo a Fernanda
y todo su dolor, esa tristeza que sale
de las entrañas y que le sigue como un halo siniestro. Me doy cuenta que es una relación que no hace
feliz a nadie. Sin embargo ninguna de
las dos da su brazo a torcer y así siguen los tres, haciéndose los felices, guardándose su dolor.
Fernanda espera que él olvide a Petra,
Petra esperando que llegue el divorcio, y él tranquilo, al fin y al cabo las cachonas
son ellas
Conclusión 1: el cacho
amansa.
Conclusión 2: mujer que no jode es macho