No sabía que es pareidolia, ni siquiera sabía que semejante palabra
existía, pero investigando sobre mi
nueva afición llegué a ella.
Rebobinemos: como ahora soy toda una mujer
rural en un país más que tercermundista,
he tenido que reinventar mi cotidianidad y es así como el tiempo libre que
antes usaba para estar en el internet o salir a la calle a averiguar datos
políticos, ahora lo invierto de otra
manera: juego parqués, dominó y bordo mucho.
Y los tramos en que me desplazo por carreteras intransitables que
podrían ser eternos para otros, yo los
hago entretenidos a punta de mirar pal cielo.
Ese es mi nuevo entretenimiento favorito: buscar formas en las nubes y a
este pasatiempo lo había denominado nubología,
pero le pregunté a San Google quien solucionó mi interrogante.
Pues resulta que mi nueva afición se llama “pareidolia”
que es un fenómeno psicológico consistente en que un
estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) es percibido erróneamente
como una forma reconocible (tomado textualmente de Santa Wikipedia y cito la
fuente porque si no me dan S.O.P.A y seco).
Empecé mirando La Nube para ver si veía mis correos de gmail, pero, no pude encontrarlos, lo que si sucedió con Zeus, Bob Esponja… En las nubes he visto muchas figuras y no sé
si es que en realidad están allí o es que yo tengo una imaginación grandísima
porque entre otras cosas vi un oso que
era perseguido por un fantasma fortachón,
vi a Inglaterra y Escocia pegadas por la cola, un pony parado en sus patas traseras, un león al acecho, Pitufina sin sus grandes zapatos. También vi una cobra, al diablo y todos sus
demonios. Vi una caricatura a la que no
le se el nombre, un dinosaurio, un perro lanudo, La Esfinge con facciones
jurásicas. También vi a Pegasso… pero
nunca te he visto a ti, a pesar de que te busco en todos lados.