Mi querida Alejandra
(Azcarate por supuesto)
El recuerdo más
antiguo de Usted lo tengo de vez que salió desnuda en SOHO escenificando la crucifixión
si mi memoria no me falla. Desde allí me
matriculé como seguidora suya, porque
una mujer que se atreve a hacer eso en una sociedad tan puritana y conservadora
(de la doble moral) se merece mis respetos.
He leído algunas
columnas suyas, que me han gustado como aquella donde dice que las mamás deben
verse como mamás; la he seguido en los Comediantes
de la noche y he preparado mis propios monólogos siempre teniéndola a Usted
como referente, porque me digo: si
Alejandra Azcarate se atreve y lo dice… yo también puedo. Soy de las pocas colombianas que no la
madreaban cuando le tocaba el pito y dejaba por el piso a los concursantes de Colombia tiene talento. Era una de sus tantas seguidoras en su
cuenta de Twitter, donde disfrutaba
algunos de sus trinos (unos buenísimos, otros sosos), pero yo que no acostumbro seguir a gente de
la farándula dejé que Usted se colara allí sólo por simple y llana admiración
de la irreverencia convertida en mujer.
Esta semana no fue
muy buena para Usted en las redes sociales.
Su artículo Las 7 ventajas de la gordura, logró ganarle muchas enemistades lo cual para
Usted no es importante, pero ha dejado
un mal sabor entre quienes la leemos, admiramos y fuera de eso somos gordas
como yo.
Ya había escrito en
alguna ocasión que Ellos las prefieren flacas y es cierto, no nos digamos
mentiras, las flacas son más
preferidas, pueden ser feas, brutas, mal
habladas pero los hombres las prefieren y contra eso no hay nada más que decir.
Ahora bien, los medios nos bombardean a diario con su
publicidad donde nos venden la idea de los cuerpos perfectos y sé que muchas
aunque lo intentemos no hemos podido lograr vernos como se ven las modelos de
SOHO o las presentadoras de la farsándula criolla.
Todo esto para decirle
mí querida Alejandra que no es cierto lo que dice en su columna respecto a las
mujeres gordas, a las cuales generalizó de una manera grotesca haciendo una
descripción bastante burda de lo que Usted piensa que es nuestra cotidianidad.
Hay muchas mujeres
que como yo nacimos gordas, yo por mi
parte no he sido flaca ni un solo día de mi vida y lucho a diario con mi
sobrepeso y a pesar de eso no me siento ofendida cuando dice que las gordas
conocemos la verdadera caballerosidad porque los hombres nos ceden el puesto por miedo a que se les sienten encima, y luego para terminar con puntada de oro
afirma Usted que a las gordas no las
morbosean porque rayarían en la aberración. Estoy
de acuerdo que no nos morbosean, pero
decir lo otro… eso si es una aberración y un insulto para miles de mujeres que
día a día tienen que aguantar que todos les digan gordas, eso de por si causa suficiente malestar.
Al afirmar que las
gordas no generan envidia lo lleva todo al plano físico, si tenemos cosas que envidiar como un gran
talento o una inteligencia que no tiene una flaca vacía. Convénzase: SI generamos envidia y al ser desinhibidas
en la cama (como Usted lo afirma) nos convierte en un polvo que cualquier tipo
desearía echarse. O no ha escuchado el reggaetón
que dice: está medio gordita pero chupa
chévere? Tenga en cuenta que eso en
cuatro no se ve.
Alejandra: no es
fácil ser gorda en una sociedad que te exige a diario ser bello. No hay que ir lejos: en la tele no salen ni
gordos ni feos (algunas excepciones),
pero columnas como la suya no ayudan a miles de personas que a diario
luchamos por sentirnos mejor en este mundo donde prima el esteticismo.
Me despido desde
Montelíbano, Córdoba en Colombia; me imagino que Usted sigue viendo gente light
en París.