No soy analfabeta en el ciberespacio. Conduzco con cierta facilidad por las súper híper mega autopistas de la información. Tengo mi propio blog el cual dirijo con mucha responsabilidad y aunque no soy muy amante de las redes sociales pueden encontrarme en Twitter, donde trino con bastante regularidad siempre y cuando mi acceso a internet me lo permita. En Facebook ni me busquen porque perderían su tiempo… y mis razones ya las he expuesto abiertamente en otros artículos.
Por allá a mediados de febrero perdí mi celular C3 en medio de una rumba y digo la marca porque es importante para la comprensión de lo que aquí estoy escribiendo. No siento vergüenza al reconocer que en materia de celular estoy dos años rezagada. Cuando muchos tenían C3 y celulares táctiles, yo me defendía con un aparatico ñengue ñengue que solo me servía para hablar, sintonizar la radio y despertarme en la mañana.
Cuando la mayoría de la gente “play” tenía Black Berry e intercambiaban PIN a diestra siniestra yo había heredado el C3 que antes era de mi hermano y que había remplazado por un BB. Nunca añoré un BB porque soy de la vieja guardia y sigo convencida que cuando Graham Bell inventó el teléfono le motivaba sólo el hecho de poder hablar por el aparato. Bueno... me dolió en el alma perder mi C3, pero ya era de avanzar y tener mi Black Berry. Lo recibí con nerviosismo, con cierto temor de volverme adicta, lo vi tan inofensivo que no entendí como tanta gente deja de lado una conversación frente a frente por “charlar” impersonalmente con alguien que está al otro lado de ese aparato.
Llama mi atención profundamente que en las discotecas veo personas que ignoran a quien tienen a su lado por teclear el celular, he visto combos de adolescentes cada uno con su BB en mano, padres que creen que el mejor regalo para su hijo vago es un celular inteligente, niños que nunca le han dado un golpe a la tierra y que llevan en su mano celulares costosísimos. Y no es que sea envidiosa, ni mucho menos, pero yo he tenido que trabajar duro para sostener este celular en mi mano, haciendo la salvedad (claro está) de que estoy rezagada en la tecnología dos años.
Ahora que tengo PIN me han agregado unos cuantos, gente que no conozco y que me imagino les gusta coleccionar contactos para mostrar que tienen muchos amigos, como en Facebook. Me ha sucedido en estos días he querido conversar por teléfono con mis amigos y no me contestan de voz, pero me escriben en el PIN. Que locura, si los llamo es porque quiero escucharlos, no leerlos. Hay mucha diferencia.
Mejor ni les cuento las metidas de pata que he tenido en el PIN renviando información y chistes, ha sido todo una locura, a tal punto que estoy que desisto.
Conclusión: desconozco cual es el celular que está mandando la parada en este momento, pero me imagino que dentro de dos años les estaré contando como me va con esa tecnología.
Consejo: si su hijo quiere un BB, dígale que no, espere a que trabaje y que con el sudor de su frente se de gusto. Eso hizo mi mamá con sus cinco hijos y dio resultado.
Quedamos a tono.