Tal vez para nosotros asistir a un bazar no sea uno de los mejores planes, porque tenemos otras expectativas más altas como ir a ver cine en 3D, salir de paseo el fin de semana o asistir a un concierto del cantante favorito. ¿Un bazar? Que pereza.
Pero en el campo es diferente. Lo sencillo, la minucia, lo que podría parecer intrascendente cobra otro significado y la historia es como sigue a continuación:
A través del proyecto Eco-plast liderado por Mauricio Ángel, se les extendió la invitación a los habitantes de San Matías para que participaran en un bazar donde podrían adquirir ropa de segunda en buen estado, ropa de cama, zapatos, juguetes, accesorios, entre otras cosas. La única condición es que debían hacer eco ladrillos que serían en este caso la moneda que les permitiría adquirir lo que estaba en “venta”.
Desde muy temprano fueron llegando uno a uno los niños, adultos, todos estaban a la expectativa de lo que era un bazar porque nunca habían estado en uno. Se fueron a sus casas a buscar su “moneda” y todo el equipo de trabajo empezó a revisar que los eco ladrillos cumplieran con los requisitos para obtener el billete de puntos que les permitiría adquirir los productos exhibidos.
Los juguetes se vendieron en cuestión de minutos, todo el parque jurásico desapareció en menos de nada, los accesorios, las perlas, los aretes, las pulseras, todo se fue en un instante y luego la ropa.
Compartimos un sancocho con los asistentes y por la tarde cuando estábamos sumamente cansados para seguir, salieron fuerzas de no se donde y hubo carreras de encostalados, baile con la silla, tres mini partidos de futbol y rifas. Para todos los ganadores hubo premios y al final el señor Jaime Rojas en representación de la comunidad expresó su agradecimiento y todos muy felices dijimos calabaza calabaza… todo el mundo pa´ su casa.
La experiencia fue un éxito y por demás enriquecedora porque en San Matías antes del bazar, tan solo los niños hacían eco ladrillos y ver a los adultos esforzarse por rellenar los tarros y que pasaran la prueba fue muy gratificante para todos, porque estamos seguros de que ahora en adelante ellos apoyarán a sus hijos en esta actividad y el impacto de basuras en la vereda será menor.
Para nosotros fue una gran lección. Aprendimos que todas esas cosas que consideramos sin valor, para otras personas pueden representar grandes posesiones y causarles mucha felicidad. Reflexionemos al respecto.
Mauricio y yo expresamos nuestros agradecimientos a Darney, Nady, Claudia, María, Paola, Jorge, a la comunidad en general y a todas las personas que hicieron su donación para que esta actividad fuera posible.