Ando bastante alejada del blog, pero no por falta de ideas si no porque no he tenido mucho acceso a internet, debido a que la empresa con la que tenía el servicio se ha fusionado con Telefónica y los precios de ese gran Monstruo no se ajustan a mi presupuesto, pero hoy he sacado un ratito para ponernos a tono.
El martes pasado, junto con el Patico Sepúlveda, hicimos un programa piloto que hemos llamado Buenos Días Montelíbano y que se emite a partir de las 7 AM en los 98.3 Impacto Estéreo, ese es un magazín radial donde hablaremos de todo un poquito. Para la inauguración empezamos hablando del Joe Arroyo y su estado crítico de salud y mientras Patico rogaba por su pronta recuperación nos enviaron un mensaje de texto anunciando su deceso. Lástima por su familia y por la música colombiana. Me imagino que ahora RCN tendrá más rating con su novela; y las mujeres que hicieron parte de su vida empezarán el proceso legal por aquello de los pesitos que habrá dejado el finado, que por cierto era bastante culioncito, según se ve en la novela, que me la cuentan, porque yo creo que soy la única en Colombia que no se la ve. Por ahí vi a una de sus viudas llorando a moco tendido diciendo que ella había sido el primer amor del Joe y pensé: lo importante no es ser la primera, yo prefiero ser la última en la vida de mi hombre. Pero como dice mi mamá: cada cabeza es un mundo.
En fin, se murió el Centurión de la noche y los medios noticiosos explotaron la noticia hasta ya no más. La minucia de su vida fue expuesta, sus romances, su intimidad, ¡wow! Se queda uno asombrado como la vida de un hombre (bueno… no cualquier hombre) alimenta el morbo de las masas.
Otra que también se fue pal más allá fue Amy Winhouse, en lo personal escucho poca música en inglés, pero me gustaba su estilo y no fue una sorpresa que se muriera porque ella estaba advertida que si no corregía el vicio ese que tenía se iba a morir y miren lo que pasó. Debió llegar trabadita al otro lado. Murió en su ley.
Paz en sus tumbas.