Jaime y yo nos parecemos bastante: criticamos abiertamente lo que nos disgusta, llevamos la política en la sangre y nos gusta burlarnos de nosotros mismos. Aunque hay un punto en el que definitivamente no coincidimos: él está muerto y yo estoy vivita y coleando. Les estoy hablando de Jaime Garzón porque hoy se cumplen doce años de su magnicidio. Doce años sin Jaime y no dejo de pensar como nos hubiéramos divertido viéndolo criticar la seguridad democrática. En el portal k&k reencaucharon a uno de sus personajes: Godofredo Cínico Caspa, que por cierto era uno de mis favoritos.
En alguna ocasión respecto al Partido Liberal dijo lo siguiente: Se esfuerzan los directivos liberales para consolidarse en el poder. Me refiero al doctor Samper, cabeza del proceso de irse quedando. Personas de la pro hombría de bien de Jaime Castro, primo mío por el lado Caspa, proponen consulta entre liberales reconocidos por su democracia interna. Jaime llama a congresistas, gamonales y caciques para sopesar el elefante y decidir en consecuencia. Voy más allá. Que subasten el Partido Liberal. Privaticemos esa vaina, que hasta de pronto le sale cliente a esa microempresa familiar. Así partido y presidente pueden salir de la crisis. Si al partido lo compra un grupo, sube la utilidad como espuma. Siempre los políticos de bolsillo han sido el mejor negocio. Que se venda al mejor postor. De pronto hasta mis copartidarios godos compran esa colectividad en decadencia y unifican las vainas de una vez por todas. Total, pensamos igual, gobernamos igual, robamos igual.
PD. Basta de tanta impunidad.