Para quienes no lo conocen, Efraim es un escritor cartagenero, de mas o menos mi edad. Me acerqué a su prosa a través de la revista SOHO (si esa revista donde sólo aparecen viejas buenonas encueras). Pues bien, él escribe allí en algunas ocasiones y sus letras no van de la mano con la banalidad que caracteriza a esta publicación para hombres.
Escribo de Efraim porque es de las pocas personas que he leído que no ha tenido miedo de escribir como piensa y vaya que lo que piensa es la irreverencia total que cobra vida a través de una palabra que hiere y lastima al lector desprevenido.
Unos podrían considerarlo grosero, otros un desadaptado de tiempo completo que va en contra del orden establecido. Tal vez es que yo sea así también, pero con una gran diferencia: a mi me cuesta escribir como quisiera escribir. Considero que estamos en una sociedad pacata, es decir… una sociedad que muestra excesivos escrúpulos y recato frente a la realidad que nos rodea. Una sociedad de doble moral que se va carcomiendo entre sus miedos y frustraciones; y que la única manera en que encuentra el equilibrio es desquitándose con el otro, destilando veneno, porque de alguna manera todos estamos llamados al fracaso (de ahí a que lo seamos hay un gran trecho).
Les dejo un párrafo de Efraim, para que conozcan la crudeza de su palabra. Y escogí este aparte en especial porque trata sobre la mujer y sus famosos logros. Un golpe bajo (pero magistral) de este autor cartagenero quien también fue boxeador. Después de leerlo uno no puede continuar siendo inmune a su estilo.
Escribo de Efraim porque es de las pocas personas que he leído que no ha tenido miedo de escribir como piensa y vaya que lo que piensa es la irreverencia total que cobra vida a través de una palabra que hiere y lastima al lector desprevenido.
Unos podrían considerarlo grosero, otros un desadaptado de tiempo completo que va en contra del orden establecido. Tal vez es que yo sea así también, pero con una gran diferencia: a mi me cuesta escribir como quisiera escribir. Considero que estamos en una sociedad pacata, es decir… una sociedad que muestra excesivos escrúpulos y recato frente a la realidad que nos rodea. Una sociedad de doble moral que se va carcomiendo entre sus miedos y frustraciones; y que la única manera en que encuentra el equilibrio es desquitándose con el otro, destilando veneno, porque de alguna manera todos estamos llamados al fracaso (de ahí a que lo seamos hay un gran trecho).
Les dejo un párrafo de Efraim, para que conozcan la crudeza de su palabra. Y escogí este aparte en especial porque trata sobre la mujer y sus famosos logros. Un golpe bajo (pero magistral) de este autor cartagenero quien también fue boxeador. Después de leerlo uno no puede continuar siendo inmune a su estilo.
Dice Efraim “Creo que la mujer tiene todo el derecho a expresar su libertad en cualquier sentido pero es lamentable que para ciertas mujeres expresar su libertad se reduzca a imitar al hombre; las frases almibaradas de los poetas y canciones no pueden ocultar la terrible realidad de millones de mujeres que viven todavía en condiciones infrahumanas soportando, para colmo de males, la violencia física y mental por parte de sus infrahumanos compañeros. Se habla mucho de los grandes logros de las mujeres en las últimas décadas que, entre otros, son: haber conseguido votar por los mismos políticos corruptos que siempre han elegido los hombres; andar cada vez más ligeras de ropas –para placer de los hombres–; ponerse las tetas tan enormes como los hombres desean. Ejercer profesiones con la misma ineficacia de los hombres: abogadas en un mundo sin ley; médicas empeñadas en enriquecer a los laboratorios, economistas en un mundo arruinado y sin futuro económico... Querer llegar tan lejos como el hombre es lo que hace inferior a la mujer. Es como si una imponente águila soñara con ser un pollo congelado”
Para leer más entre a http://www.soho.com.co/wf_InfoBlog.aspx?IdBlg=4
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