Esta mañana mientras cogía el impulso para levantarme me vinieron muchas ideas a la mente y en medio de mi somnolencia empecé a armar ese rompecabezas que me daba vueltas.
Los hechos de la última semana sólo lo pueden hacer concluir a uno que Colombia es un país que está podrido (eso por no decir una grosería de mayor calibre y herir susceptibilidades).
Para empezar… extraditaron a Davicito Murcia Guzmán, pobre loco, que está pagando los platos rotos de haberse enfrentado al presidente Uribe y haber cometido ese pecado capital de afirmar que los angelitos (Tomasito y Jerónimo) tenían inversiones en esa captadora. Le ha salido bien cara la chanza al “cerebro” de DMG, es que meterse con el negocito de los banqueros no es cualquier cosa. Aquí queda demostrado quienes son los que mandan en Colombia. Semejante “dossier” le embombaron a Murcia Guzmán que ahora está en los Estados Unidos chupando frío acusado de lavado de activos y condenado dizque a 30 años de prisión por enriquecer a los colombianos. Esta es la parte de la historia donde uno se da cuenta que algo anda mal, imagínense… 30 años para un tipo que benefició a tanta gente (independiente de donde haya salido la tula). Lo trajeron esposado de manos y pies desde Panamá, cuando he visto a políticos que se han robado el erario público que cuando los detienen… simplemente los llevan agarrados del codo, semejantes chupasangre merecen más consideración. A este pobre loco, lo metieron en una cárcel de máxima seguridad, lo peluquiaron y luego no lo dejaban dar declaraciones a los medios y para rematar lo han extraditado. Como quien dice “tenga pa que lleve”. Mejor dicho: lo crucificaron pa escarmiento de todo aquel que pretenda hacer lo mismo o algo parecido.
Para cerrar el capítulo de DMG, me indigna que en Colombia una persona que asesina salga libre en cinco años y otros que cometen crímenes que no se comparan con quitar la vida, reciban penas descomunales. Algo anda mal. Huele a podrido. Y hago una aclaración: no perdí un peso en DMG, no porque no creyera en el negocio… no perdí nada, porque nunca me sobró un centavo para arriesgar.
La semana siguió avanzando y sucedió algo realmente triste en nuestro municipio. El hecho violento que se registró en Santa Rasca nos hace aterrizar en nuestra negra realidad y nos sigue recordando que muchas cosas van de mal en peor. Creo que todo Montelíbano lamenta en pleno la muerte de estos hermanos. Voy a hablar de Chalo porque era a él a quien conocía. Siempre tuve un excelente concepto de él, me parecía un niño grande, ingenuo, con esa sonrisa amplia y esa humildad que siempre lo caracterizó. Es injusta la vida, es lo único que diré porque en este tipo de situaciones es mejor guardar silencio, tal como lo dijo el padre Dalmiro (quien ofició la misa fúnebre).
Para honrar la memoria de mi amigo Chalo, voy a usar las palabras de Alberto Cortés en esa famosa canción:
Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío
que no lo puede llenar la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va queda un tizón encendido
que no se puede apagar ni con las aguas de un río…
Cuando un amigo se va se queda un árbol caído que ya no vuelve a brotar porque el viento lo ha vencido.
Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo.
PAZ EN SUS TUMBAS