En Montelíbano, cada día nos
acercamos más al concepto de ciudad, con todo lo que eso trae consigo: más
familias para atender, ocupación del espacio público, mayor demanda de servicios públicos y empleos; y sigue
la cuenta.
Recientemente inauguraron con
bombos y platillos una sucursal de Olímpica ubicada sobre la calle 16 a la
altura de la cancha Teresa Sierra. Ese
día sentí vergüenza ajena al ver tanta gente (incluyendo a mi papá) haciendo
fila para ir a chismosear (y comprar) el nuevo supermercado, donde según dice mi gran amigo Javier Guzmán
Vera uno se encuentra con todo el mundo al igual que en un velorio de
barrio.
Una semana después y pasada la
euforia inicial, visité Olímpica, más
por curiosidad que por necesidad y no vi nada que no pueda conseguir en Merkamos,
Coomatoso, Los Clavos o La Hacienda. Me imagino que Olímpica viene siendo a nivel
local lo que el TLC es a nivel mundial.
Las grandes tiendas y supermercados van desplazando a los tenderos que seguramente
verán mermadas sus ventas, al menos mientras los montelibaneses quemamos la fajina
de comprar olímpicamente sin tener donde cuadrar la moto o parquear el
carro, porque a nadie se le ocurrió que
un almacén de ese tipo (chiquito y todo) necesitaba parqueaderos, pero así es todo aquí en la capital
niquelera.
Por mi parte yo sigo prefiriendo
la tienda de mi vecino Hernando, porque
a él le puedo pedir rebaja y si estoy falla de billete me fían hasta que me
acuerdo de pagar. Yo no sé Ustedes, pero yo soy una defensora de las tiendas de
barrio. No me imagino yendo hasta por allá a comprar una cabeza de ajo o una
bolsita de comino. Punto.
Para seguir con la oleada de
inauguraciones, el próximo viernes será
la de mi almacén favorito: Tierra Santa, que viene con su ropa baratísima y que
en mí tiene una clienta segura. Y para despegar la aguja traen nada más ni
nada menos que a Kvras, así que adivinen donde estaré el próximo viernes por la
noche (si logro salir a tiempo de la montaña, claro está).
Me imagino que los almacenes que
venden ropa deben estar preocupados (así como los tenderos) porque Tierra Santa
vende baratísimo, no es ropa de calidad
y uno se uniforma con medio pueblo, pero, para el gasto aguanta. Y todo eso me
recuerda que se avecina la temporada navideña y que la calle Episcopal ya está
intransitable, así que sugiero peatonalizar esa calle, al menos durante el mes
de diciembre para que todos circulemos tranquilamente.
Mucho está cambiando Montelíbano,
Señorita Laura, ojalá todo sea para
bien, pero tengo mis dudas. Quizás es que yo soy una mujer de provincia
que se niega a que su pueblo se transforme más allá de las obras públicas que
necesitamos para tener calidad de vida. Ya veremos hacia donde nos llevan estos
vientos de cambio que trajo consigo el huracán Sandy.
PD: Señor Feliz Ganador del
Baloto, sigo esperando su donación para
esta pobre envidiosa de su suerte.