Mi abuelo Reynaldo tuvo la fortuna de morirse a los 93 años. Eso es más de lo que muchos de nosotros viviremos. No voy a decir muchas cosas de él porque en realidad no tuve la oportunidad de conocerlo mucho. Todo el tiempo vivió refundío en la finca y cuando salió fue porque ya no podía ni con las patas ni con la lengua. Así que no tuvimos oportunidad de conocernos muy bien. La muerte de mi abuelo puso nervioso a más de uno aquí en el barrio. Sus parceros (menores que él) se han quedado con los pelos de punta pensando que alguno de ellos será el próximo, a tal punto que el viejo Alfonso Blanco se fue de hospitalizada... diagnóstico? Arritmia cardiaca.
Pero en si, en si, no voy a hablar de la muerte de mi abuelo si no de como han cambiado las cosas en cuanto a toda la parafernalia de la muerte. Algo que no ha cambiado es que para morirse hay que tener billete y buen billete. Decía que los tiempos han cambiado. Yo me acuerdo que anteeeeeeessssssss una persona se moría y los dolientes lloraban a moco tendío, pataliaban, chillaban, se jalaban el pelo y les echaban viento con una tapa de olla arrugá. En la noche la gente se reunía a contar chistes, jugaban baraja y era toda una fiesta. Y la llevada del muerto a la Iglesia Central (no había más iglesias) era en una carreta vieja de lata que tenían allá en la casa de la familia Benitez que eran los que vendían cajones en los tiempos de Upa. Más de uno fue el que le puso el lomo a esa carretilla obsoleta. Y los preparativos del entierro lo hacía la misma familia, conseguían la bóveda, coordinaban todo lo relacionado con el entierro. Ahora estamos más modernizados. Los de la Funeraria X,Y,Z, se encargan de todo, hasta de llorar al muerto si la familia no moquea. También reparten el tinto, eso si... todo pagado por adelantado o fiado pero con una letrica de cambio de por medio, pagadera en 15 días. Lo que tampoco ha cambiado es el consabido paseo por la calle 16 en contravía de los semaforos de carnecol pal centro. Eso es ya algo cultural. Que vaina, tantas veces que me he querido ir al centro por derecho y no he podido. Habrá que esperar a mi muerte pa darme ese gustico. Los rezos también han cambiado. Antes se hacían las nueve noches y se rezaban unas cosas en latin que muy pocas personas estaban capacitadas para hacerlo y ahora a duras penas se reza un rosario y chao bacalao, si te vi no me acuerdo. Será que ahora vivimos más a prisa? Somos más modernos? No sé, pero como han cambiado las cosas. A propósito, hace un año murió mi abuela Julia y la semana pasada fuimos a Buenavista a poner flores en su tumba. Tuvimos que hacerle antesala al cura que ha clausurado el cementerio porque la gente se mete a cul!&% allí de noche. Ya me imagino a los muertos retorciendose de la indignación entre los gemidos de los visitantes arrech*$. Y no me digan entonces que Colombia no es Macondo.