Hoy, a una semana de haberse realizado las
elecciones parlamentarias en Colombia y después de analizar con cabeza fría
todo lo que ha sucedido, se puede
concluir que en nuestro país estamos a años luz de tener una democracia
fortalecida donde los electores acudan a las urnas sin ir agarrados del cáñamo.
En Montelíbano y en la región sur
del departamento de Córdoba he visto como las necesidades de nuestras
comunidades son utilizadas para obtener el favor del voto. Desde la postura de un transformador, la entrega de kits escolares y la miserable compra
del voto a 50.000 pesos.
He visto obras de progreso como
parques, pavimento e iluminación de vías financiadas por los “cupos indicativos”
que les adjudican a nuestros senadores cordobeses y luego he visto esas obras
llenas de publicidad política reclamando el voto, porque de eso se trata este ejercicio del
poder, de mantenerse en el trono a como
de lugar y eso se logra con el voto de los electores.
He tenido la oportunidad de hacer
parte activa de varias campañas a la alcaldía,
yo misma aspiré al concejo municipal en las pasadas elecciones locales y
nunca en mi carrera política vi tanto flujo de dinero como en esta campaña al
senado y cámara 2014. Las manifestaciones de Ñoño Elías, Musa Besaile
y Sara Piedrahita (que son los casos más representativos), llamaban poderosamente la atención porque la
logística de esas actividades evidenciaba la cantidad de dinero que había
detrás de cada campaña. Camisetas
amarillas, verdes y blancas. Infinidad
de pendones, afiches, cartillas con sus propuestas,
banderines y “ayudas” por doquier para satisfacer las necesidades de un
pueblo ávido de soluciones a sus problemas.
Ni que decir de la burocracia
manejada por cada uno de ellos y las administraciones municipales que los
respaldan. Toda una maquinaria electoral
puesta al servicio de los candidatos para lograr el voto y que Ñoño, Musa y
Sarita nos representen y sigan trayendo progreso a nuestra amada región del San
Jorge tan olvidada por todos y tan presente por nuestro senador Ñoño Elías que
gestionó para Montelíbano la construcción de placas de pavimento para algunos
barrios como San Jorge, 27 de julio, Altos del Líbano, San Carlos, Por ti Montelíbano.
Y para que se convenzan de que si sirve tener un senador amigo, Ñoño gestionó el dinero para los parques de Ancizar Flórez y El Porvenir. Así como redes eléctricas y construcción de
CDI para Tierradentro, El Palmar y Pica Pica.
Todo esto dice en una valla publicitaria que hay en la entrada donde podemos
leer “Montelíbano agradecido y firme con la ñoñomanía” porque gestionó todas
esas obras por un valor total de $ 22.970.340.057.
Ñoño y Musa puede que no hablen
mucho en el Congreso, que no hayan
propuesto ni una sola ley de peso, que
su protagonismo se resuma a decir “presente”
y lo demás sea pupitrazo ventiao, pero tienen el talento de derrotar la
abstención en Sahagún y en estos momentos tienen el pueblo revolcao a punta de obras porque por fin llegó el “maldito
progreso”. Y eso si, ahora que son senadores electos y en
ejercicio, después de haber sido diagnosticados
con Diabetes Mermeladus, lo único que
falta es reelegir a Santos como presidente.
Ahora los periodistas del
interior critican siempre a Ñoño y a Musa.
Hasta les han dado pantalla en los principales noticieros preguntándoles
por su éxito político a lo que Musa algo ofendido preguntó que si solo los
cachacos tienen voto de opinión. Yo
respondo. No solo los congresistas del
interior tienen votos de opinión, ese
esté regado por todo el país, pero la
respuesta es obvia: el éxito de nuestros
dos senadores estrella se debe a un poco de talento y mucha mermelada. Allí no hay opinión, todos esos votos van agarrados del cáñamo. Pero si algo nos debe consolar es que en la
mayor parte del territorio nacional es así.
Córdoba no es la excepción y ya basta de que nos sigan usando como
ejemplo.
NOTA: Estoy preparando una
mermelada casera para volver a aspirar al Concejo Municipal. Por favor todos preparen su tostada.