Domingo 23 de mayo de 2010
Mujeres hay de todo tipo. Las celosas, las súper celosas, las
paranoicas, las desconfiadas, las súper confiadas, las comprensivas, mejor
dicho pa todos los gustos. Esas son unas cuantas categorías, pero sabemos que
hay infinitas clasificaciones.
Conozco a un tipo aquí en Montelíbano a quien le dicen Chuchatrás, es
decir que el tiene una esposa que es súper celosa, paranoica y además
desconfiada, que no afloja al marido ni al sol ni al agua.
Pero como la idea no es hablar mal de nadie, pues aprovecho mi blog para
decirle a todas mis seguidoras que antes que nada debe existir la confianza en
la pareja y lo digo porque hace algunos días hice uno de los ridículos más
grandes de mi vida (más grande que la vez que me caí de boca en Mi Rumba
estando el local a reventar) y todo por culpa de los malditos celos. Celos yo
que no soy celosa y que digo a bocaejarro todo el tiempo: NO SOY CELOSA. Pero
hace días no lo aguanté más y pasó lo que suele pasar siempre: PELÉ EL COBRE
con todo lo que eso implica: expresiones soeces como esa de vete pa´la … , el
eterno reclamo de porque hiciste esto y no lo otro, no te quiero ver más,
adiós, que te vaya bien, que te muerda un perro, que te pise un tren… y ya
ustedes se imaginarán todo lo que puede decir una mujer enojada. Ah… y la llorada
que no puede faltar, porque reclamo sin moqueo no es reclamo.
Y todo eso pa levantarse uno arrepentido, con la lengua metida en el
culo y darse cuenta de que no era nada, que la escena fue improductiva y como
es de grandes pedir perdón, pues toca agachar el moco y decir: lo siento, me
pasé. ¿Me perdonas? A fin de cuentas soy una mujer como cualquier otra.
Es como dice mi gran amigo Argemiro Zabaleta: Mujer que no jode es macho. Y YO
SOY MUJER.