Cortesía de Vladdo |
Muchas cosas han sucedido y no he
tenido tiempo, ni inspiración para escribirlas.
Como muchos artistas yo también tengo mis resabios y mis mañas. Por
ejemplo: prefiero escribir a altas horas de la noche porque sólo en esas horas
de silencio logro escuchar el sonido de mi voz interna que me va indicando
palabra por palabra lo que quiere que escriba. Son mis mañas de escritora
novata y aunque intento no logro quitarme ese hechizo.
Por eso en estos momentos estoy tratando de recrear las condiciones que me
gustan para escribir porque simplemente tengo que hacerlo. No puedo dejar pasar este día sin escribir
sobre algo que entristece a toda la costa caribe colombiana y es el deceso de
nuestro amigo Ernesto McCausland Sojo. Y no importa si Usted no lo conoció
personalmente, pero estoy segura que
alguna vez tuvo la oportunidad de escuchar o leer sus crónicas donde trataba de
rescatar las historias de gente común y corriente como nosotros.
Ernesto era mi amigo. Como diría Julio Cortázar en su poema: no
nos vimos nunca pero no importaba. Lo quise a mi modo, le tomé su voz libre como el agua, caminé de a ratos cerca de su sombra. No nos vimos
nunca pero no importaba.
Pero debo
hacerle un reconocimiento a ese gran hombre que fue Ernesto. Él fue quien me metió por estos caminos de la
escritura cuando me sugirió que visitara el blog de Sardi diciéndome simplemente en un
correo breve ¿quieres divertirte un poco?
Por supuesto que si y de allí me convertí en bloguera y entablando una gran amistad con Ernesto a
través siempre de correos electrónicos y junto con David Sánchez Juliao
solíamos intercambiar correspondencia siempre sobre temas muy propios de
nuestra costa norte.
Es una
gran pérdida para el gremio de los periodistas que Ernesto haya muerto. Era una gran persona, un excelente profesional, de esos dignos de imitar y quien por cierto ha
tenido gran influencia en mi vida y en mi escasa obra.
De Ernesto
aprendí que detrás de cualquier persona anónima hay una gran historia que al
ser contada de manera interesante puede cautivar muchos lectores y
escuchas. Muchas palabras quedaron por
decir, muchas crónicas quedaron
pendientes por escribir, pero el legado
que nos deja es grandísimo, tanto como su nombre.
Paz en su
tumba.