Indignada y triste
además. No podía creer lo que mis ojos
veían esta mañana. Ya sabía que
remodelarían el Parque Simón Bolívar, la
alcaldía municipal lo ha alardeado a lo largo de todo el año y prometía ser una
gran obra (al igual que los otros parques costosos que se inauguraron
recientemente).
Pero contrario a lo
que hacen en otras ciudades, donde
tratan en la medida de lo posible de no talar los árboles que tienen un pasado
histórico, aquí de manera olímpica y en
aras del esteticismo reinante, así no
más los van cortando, tirando al piso tantos
años de sombras y recuerdos.
Me imagino que los áulicos
del alcalde Gabriel Calle saldrán a defender a su jefe diciendo que los árboles
estaban viejos, podridos, que era necesario derribarlos, que la
autoridad ambiental así lo autorizó,
pero a mi esos argumentos no me dejan convencida y no me quitan la
indignación y frustración que sentí al ver nuestro patrimonio histórico
pisoteado y convertido en leña.
También me dirán que
hubo bastante socialización, que se dijo en la televisión, que se habló con los
coteros, pero aun así no me siento satisfecha.
Dirán que esa vieja está loca, que ni siquiera vive aquí, conjugarán mi
pasado porque yo simple mortal me atrevo a cuestionar a la primera autoridad de
Montelíbano. En otras ocasiones he mostrado mi apoyo, pero ahora alzo mi voz de protesta para
denunciar este exabrupto. Me da la
impresión de que quienes están a la cabeza de mi municipio no están tomando
buenas decisiones.
Me gustan los
parques (exceptuando que están carísimos),
no tengo nada contra ellos, pero
todos los parques que conozco tienen sus árboles ancestrales allí contando sus
historias. Ahora el nuestro se verá
desértico y estoy segura de que lo llenarán de crotos y maticas de esas que
venden en el vivero familiar.