En realidad ignoro cuántos años tienes.
Sólo sé que en 2003 cuando me entró este vicio del internet tú ya
existías y me sorprendiste gratamente porque en ti estaba almacenada la poquita
información que yo tenía guardada en mi cerebro, que para este caso sería mi
CPU interna.
Estaba tan asombrada por este gran descubrimiento que mi mente no procesaba
el hecho de que había “algo no alguien” que sabía de todo y no cobraba (aparentemente)
por compartir ese conocimiento infinito.
Recuerdo que en mis primeros acercamientos le pregunté cómo se leía el
tarot y me respondió en menos de 10 segundos.
Le pedí que me contara sobre la biblioteca de Alejandría y allí tenía mi
respuesta, sobre mitología griega y
salieron todos los dioses y su árbol genealógico. Anonadada concluí que ese era el mejor de los
inventos: más grande incluso que la clonación y todas esas locuras que por esos
días anunciaban los científicos con bombos y platillos.
Google simplifica la vida y ha sido una de las causas principales para
que las bibliotecas hoy día hayan perdido gran parte de su importancia. Los niños de hoy día y los jóvenes que
nacieron junto con Google se quedan extrañados al saber que nosotros consultábamos
libros de verdad y que ante cualquier duda ortográfica o de contenido consultábamos
el diccionario que aprendimos a manejar en la escuela y que era obligatorio
llevar a clases todos los días.
Y qué decir de las clases de Inglés.
Era a punta de diccionario que traducíamos los textos que nos daba el
profesor. No existía el traductor de
Google, no teníamos computadora en
nuestras casas y no las había en nuestros colegios. Estudiar implicaba sacrificio, buscar en fichas bibliográficas posibles
libros que tal vez podría contener lo que buscábamos. Ahora es más fácil todo. Google está allí con sus letras coloridas invitándote
a adentrarte en la rápida obtención del conocimiento, al cual accedes mientras chismoseas el Facebook
de Mariana, Carlos y todos los amigos (y no amigos) del parche.
Google es maravilloso. No lo
cambio por nada. Todo lo que ignoro está
allí al alcance de mis dedos y de una buena conexión. Ahora no me siento tan ignorante si sé que mi
amado Google puede resolver cualquier duda que llegase a tener.